La verdadera inflación en EE. UU. es mucho mayor a la oficial ¿Por qué?
Bitcoin es un antídoto contra el efecto Cantillon que es causante de esta disparidad.«Por eso usamos bitcoin»Más allá del IPC: bitcoin como métrica de valor
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La adopción de bitcoin (BTC) refleja una desconfianza en el sistema financiero heredado.
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BTC es la antítesis del dinero fíat que puede emitirse ilimitada e inorgánicamente.
Según datos presentados por la empresa de inversiones, River, la inflación monetaria del dólar estadounidense ha alcanzado un 363% desde el año 2000, mientras que la inflación oficial, medida por el índice de precios al consumidor (IPC), apenas registra un aumento del 88% en el mismo período.
Esta discrepancia pone en duda la narrativa oficial y resalta cómo las políticas monetarias han impactado de manera desigual a la población.
La gráfica de River, basada en datos del Sistema de la Reserva Federal, compara dos métricas clave: la inflación monetaria, que refleja el aumento de la oferta de dinero, y la inflación oficial de precios al consumidor. Mientras la primera muestra un crecimiento exponencial, la segunda parece subestimar drásticamente el impacto real en el costo de vida.
¿Cómo es posible que exista una brecha tan grande entre estas dos cifras? La respuesta, según River, está en un fenómeno económico conocido como el Efecto Cantillon, que explica cómo la inyección de dinero nuevo beneficia a unos pocos mientras perjudica a la mayoría.
El Efecto Cantillon , nombrado en honor al economista del siglo XVIII Richard Cantillon, describe cómo el dinero recién creado no se distribuye de manera uniforme en la economía.
Explica Andrea Leal, autora de la Criptopedia de CriptoNoticias:
«Cantillon denunciaba que los gobernantes, empresarios y las élites tienen la ventaja de poder disfrutar el valor real del dinero recién impreso. Esto, a corto plazo, se traduce en un crecimiento desproporcionado en comparación con otros sectores. Y es que, a diferencia de la cúpula gobernante, el resto de la sociedad se ve afectada al recibir un dinero que ya está devaluado y cuya presencia ha distorsionado los precios del mercado».
Criptopedia, sección educativa de CriptoNoticias.
Cuando la Reserva Federal expande la oferta monetaria, este dinero entra primero en manos de bancos, instituciones financieras y grandes inversionistas. Estos actores, al tener acceso temprano al dinero, pueden gastarlo o invertirlo antes de que los precios suban, obteniendo una ventaja significativa.
Por ejemplo, tras la crisis financiera de 2008, la Reserva Federal inyectó billones de dólares en la economía comprando bonos del gobierno. Los bancos, que fueron los primeros en recibir este dinero, lo invirtieron en activos como acciones y bienes raíces, disparando los precios de estos mercados. Mientras tanto, los trabajadores y consumidores comunes, que están más lejos del punto de inyección del dinero, no vieron un aumento inmediato en sus ingresos. Cuando el dinero finalmente llegó a ellos, los precios de bienes esenciales, como la vivienda, ya habían subido, erosionando su poder adquisitivo.
Este fenómeno explica por qué la inflación monetaria (363%) es mucho mayor que la inflación oficial (88%). El dinero nuevo no se traduce directamente en un aumento de los precios de los bienes de consumo que mide el IPC, sino que infla primero los activos financieros.
Sin embargo, el IPC tiene sus propias limitaciones, lo que contribuye a esta discrepancia. Este índice, calculado por la Oficina de Estadísticas Laborales de EE. UU. (BLS), mide el aumento de precios de una canasta de bienes y servicios que consumen los hogares.
Pero esta métrica no incluye los precios de activos como acciones o propiedades, que han experimentado una inflación mucho mayor.
Además, el IPC ajusta la canasta de bienes para reflejar cambios en los hábitos de consumo, lo que puede subestimar el impacto real de la inflación. Por ejemplo, si los consumidores sustituyen carne de res por pollo porque la primera se ha encarecido, el IPC asume que el costo de vida no ha subido tanto, aunque la calidad de vida sí se haya visto afectada.
Otro problema del IPC es el uso de ajustes denominados «hedónicos» , que descuentan los aumentos de precio atribuidos a mejoras en la calidad de los productos. Por ejemplo, si un teléfono móvil sube de precio pero incluye una cámara mejor, el IPC podría no registrar ese aumento como inflación. Esto, combinado con la exclusión de costos clave como la vivienda en algunos cálculos, hace que el IPC no refleje el verdadero impacto de la devaluación monetaria en el poder adquisitivo de las personas.
Por lo tanto, la gráfica de River también pone en duda la confianza en las métricas oficiales. Muchas personas sienten que el costo de vida ha subido mucho más de lo que el IPC indica. Esto lleva a un creciente escepticismo hacia las estadísticas gubernamentales, alimentando el interés por activos alternativos que puedan proteger el poder adquisitivo, como bitcoin (BTC), el oro o los bienes raíces.
«Por eso usamos bitcoin»
Sobre todo esto, River comenta en su cuenta oficial de X: «Hay una brecha del 275% entre la inflación que le dicen y la inflación real. Por eso usamos bitcoin».
La afirmación de River es una declaración que encapsula una realidad económica y una solución potencial para millones de personas que ven cómo su poder adquisitivo se desvanece frente a una inflación que las estadísticas oficiales no logran capturar por completo.
Es que bitcoin (BTC) , la moneda digital creada por Satoshi Nakamoto , se ha posicionado como una alternativa firme frente a un sistema monetario roto.
A diferencia del dólar estadounidense, cuya oferta monetaria puede expandirse a voluntad por la Reserva Federal, bitcoin opera bajo un protocolo matemático inalterable. Su oferta está limitada a 21 millones de monedas , un tope que está programado en su código y que no puede ser modificado sin el consenso de la red.
El diseño de Bitcoin responde a una filosofía opuesta a la del dinero fíat: mientras que los bancos centrales pueden imprimir billones de dólares para rescatar economías o financiar déficits, bitcoin tiene una emisión predecible y decreciente. Cada cuatro años, aproximadamente, ocurre un evento conocido como el halving, que reduce a la mitad la cantidad de nuevos BTC generados por los mineros, quienes validan las transacciones en la red.
Desde su creación, esta escasez programada ha hecho que bitcoin sea comparado con el oro digital. Sin embargo, a diferencia del oro, cuya oferta puede aumentar si se descubren nuevas minas, la cantidad máxima de bitcoin está grabada en «piedra digital».
Además, bitcoin es un antídoto al Efecto Cantillon. Este efecto, como explicamos antes, muestra cómo la inyección de dinero nuevo en la economía beneficia primero a los actores cercanos al sistema financiero, dejando a los últimos en la fila enfrentando precios más altos sin un aumento proporcional en sus ingresos.
En cambio bitcoin, al ser una moneda descentralizada, elimina este problema estructural. No hay una autoridad central que pueda emitir más BTC para favorecer a un grupo selecto. En la red de Bitcoin, las reglas son las mismas para todos: no importa si eres minero, un inversionista minorista o Nayib Bukele . El dinero nuevo (los bitcoin recién minados ) se distribuye de forma transparente y predecible, sin privilegiar a nadie por su proximidad a un banco central.
Más allá del IPC: bitcoin como métrica de valor
El índice de precios al consumidor subestima la inflación real al enfocarse en una canasta limitada de bienes y servicios, ignorando el alza desmedida en activos como la vivienda o las acciones.
Bitcoin, por otro lado, ofrece una perspectiva alternativa para medir el valor. Al ser un activo global con un suministro fijo, su precio refleja la demanda mundial y la confianza (o desconfianza) en las monedas fíat.
En poco más de 10 años, mientras el dinero fíat se devalúa debido a la emisión monetaria inorgánica, el precio de bitcoin ha pasado de cero a más de 100.000 dólares por unidad, un crecimiento que, aunque volátil, refleja una tendencia clara: la gente está buscando alternativas al sistema tradicional heredado.
En última instancia, el vínculo entre bitcoin y la inflación real radica en una idea simple: el control. Con el dólar, los ciudadanos están a merced de la Reserva Federal y sus decisiones. Con bitcoin, el control regresa al individuo. Esta autonomía resuena con quienes sienten que el sistema actual los ha dejado atrás.
A medida que la inflación monetaria sigue superando a la oficial, y el Efecto Cantillon amplía la desigualdad, bitcoin se posiciona como un escudo contra la devaluación.
Descargo de responsabilidad: El contenido de este artículo refleja únicamente la opinión del autor y no representa en modo alguno a la plataforma. Este artículo no se pretende servir de referencia para tomar decisiones de inversión.
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